Cada uno de nosotros – como cada sustancia en el universo – está compuesto de cuerdas que vibran con actividad. La frecuencia de aquellas vibraciones define quiénes somos y en gran parte determina que es lo que atraemos.
Vibramos respirando, razonamos hablando, producimos energía caminando e incluso pensando generamos impulsos eléctricos. En cada momento de nuestra vida, también cuando dormimos, proyectamos algún tipo de energía. Como una radioemisora siempre transmitimos unas senales muy específicas sobre nuestra vida y nuestras expectativas.
Nuestra fuerza vital es un haz de noticias vibrantes que transmite al universo las senales sobre todo nuestro yo energético. Estas senales se juntan con frecuencias semejantes, entonces la gente y las situaciones a nivel semejante quedan atraídos hacia dentro de los límites de nuestra experiencia.